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Dice la parábola que nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama y los odres se pierden; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan.”

Este relato puede representar la realidad de muchas empresas, en las que se tomaron decisiones de cambio como el caso de Fernando titular de una empresa de más de 40 años en el mercado; quien tomó la decisión de incorporar más tecnología, sin poder resolver los problemas del día a día: “Pido un informe y tengo que esperar que alguien se conecte”. “No veo la hora que todos vuelvan a la oficina y se pongan a trabajar”.

Protocolos sanitarios, nuevas herramientas digitales y el home work, fueron algunas de las salidas que comenzaron a recorrer las pymes para hacer frente a una “Nueva Realidad” que aún no termina de definirse pero que vino a cambiarlo todo.

Empresas que viven tapadas de urgencias, donde lo operativo se resuelve entre todos y hay poco tiempo para planificar, es muy tentador caer en la siguiente trampa:

Hacer de la salida de emergencia el nuevo camino, queriendo mantener los viejos esquemas de trabajo a la vez, solo traerá mayores tensiones en la empresa. Es decir, sostener el atajo utilizado sin más, con la idea de que en algún momento se volverá a lo que se conocía.

Pero ¿dónde está la trampa? Está en creer que estas salidas son temporales sin necesidad de realizar cambios profundos y transformadores que permitan a la PYME su reinvención en un mundo con nuevas reglas.

 

El punto de partida 

  1. La transformación digital en muchas empresas se inició de manera forzada como resultado de la pandemia, acelerando procesos que hubieran llevado varios años si el contexto no las obligaba.

El punto clave es entender que esta transformación comienza con cambios en la organización desde una nueva forma de pensar el negocio, y no con la mera incorporación de tecnologías.

  1. Cambios en la estrategia de negocio tendrán un impacto directo en la forma de operar y de relacionarnos con los clientes, con mayor interacción y aumentando las oportunidades de negocio, brindando un mejor panorama de crecimiento a pesar de los contextos de crisis.
  1. Otro aspecto esencial consiste en rediseñar la forma en que se organiza la empresa: nuevas tareas, nuevas formas de trabajo y de acompañamiento; desarrollo de competencias digitales en el personal y nuevas formas de liderarlo.

Podemos decir que la reinvención es inevitable. No solo para afrontar los desafíos presentes, sino también para crear mejores condiciones de fortaleza y adaptabilidad a un futuro difícil de imaginar.

Carina Vázquez

Licenciada en Administración. Profesora UBA y UNLaM. Consultora en CAPS empresa y familia consultores